Estaba pensando en una película para finalizar el mes de octubre, y qué mejor película para víspera de Todos los Santos que "Ponette" (1996), de Jacques Doillon.
Para cualquier persona, la muerte de un ser querido supone un duro golpe, y para la pequeña Ponette, la repentina desaparición de su madre es una ausencia insoportable a sus cuatro años de edad.
El sentimiento de soledad y abandono de Ponette apenas son aliviados por los bienintencionados intentos de los adultos para consolarla… Ponette quiere que su madre esté con ella y no le sirve que le digan que su mamá esté feliz en el cielo o que su papá está con ella y la quiere mucho también: Ponette sólo quiere que su mamá vuelva.
Ponette es llevada a una escuela/internado rural con sus primos. En su tristeza no tiene ganas de jugar, y ello no siempre encuentra la comprensión de los otros niños y niñas, alguno de los cuales llega a ser bastante cruel. Sólo encuentra consuelo en su muñeca Yoyotte (una muñeca de trapo, tal vez una manualidad de su difunta madre).
Las teorías de sus pequeños compañeros sobre la muerte no parecen mucho más informadas que las de los adultos, pero los niños viven en un mundo mágico en el que los caramelos pueden ser el vehículo de un hechizo de amor o un instrumento inocentemente necromántico, donde la capilla del colegio ("La habitación de Dios", en descripción infantil), bañada en una sobrenatural luz roja, es un lugar en el que puedes comunicarte directamente con el Todopoderoso (Sin querer destripar nada, diré que el color rojo aparece más adelante en la película, asociado a lo prodigioso).
La misteriosa "Chambre de Dieu"
Por sugerencia de su primita, Ponette habla con una de las niñas del colegio, Ada, que es judía y por eso “lo sabe todo de Dios y de Jesús” y le podrá ayudar a responder a sus preguntas. Ada(1) hace pasar unas pruebas a Ponette, para obtener el poder de hablar directamente con Dios y pedirle que vuelva su mamá, aunque en este entrenamiento de marines místico apto para parvulitos, no se estudia la Cábala sino que se juega a “el suelo es lava”.
Ponette es interpretada fenomenalmente por Victoire Thivisol, toda ella desamparo y desconsuelo con un brazo escayolado que subraya su fragilidad. Como el elenco de intérpretes infantiles que la acompaña, su interpretación resulta veraz y espontánea bajo la dirección de Jacques Doillon, quien nos regala una historia en la que se nos anima a superar el duelo, pero sin menoscabarlo: La muerte se lleva a nuestros seres queridos, pero siempre podemos saltar y coger un recuerdo.
Notas:
1) Ada imitando la voz de Dios es irresistible: una precursora de Dory hablando Balleno
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