Sunday, August 29, 2010

Real Urban Chic, tout court



Una de mis teorías es que el tuneo (tanto de cuerpos, como de objetos o como de cuerpos-objeto) es un heraldo inequivoco de las crisis del copón.

Yo es que estos últimos años me iba fijando en los utilitarios de los quiyos maqueados como Ferraris o bólidos de fórmula uno, o la proliferación de clínicas de estética, o el creciente aputonamiento de criaturas preadolescentes y me decía a mí misma que eso no podía presagiar nada bueno.

A ver, entiéndanme, que pueden/podemos tener ganas de ir bien arregladitos y hechos un pincel, y de que los objetos que nos rodean luzcan bonitos, pero si me permiten la opinión personal, creo que el quid está en la justa medida y en la justa ocasión.

Piensen, por ejemplo, en todos esos chistes de Maitena sobre mujeres sufriendo por que quieren hacerse un lifting, o porque se lo han hecho (que no se que es peor)... Miren, yo es pensar en esas Minas argentinas de sus chistes tan preocupadas de cómo lucen y acordarme del corralito Argentino... Y a renglón seguido, de nuestro espectacular batacazo Ibérico, claro. Ahora ya no veo tantos anuncios de Corporación Dermoestética como se solía, y avisto mucho cochecillo con alerones con el desesperado cartel de "Se Vende" que su poco ilustrado y joven propietario ha colocado en el parabrisas. Sic transit la burbuja inmobiliaria.

Tampoco me quiero extender por no aburrirles, que bastante tendrán Vds. con sus día a día, y de hecho, este post viene motivado por otro tipo de "tuneo": el que hace apaños la mar de ingeniosos con herramientas modestas. Como el ejemplificado en la foto de arriba.

El dueño del scooter ha sido posiblemente víctima de algún analfabestia que, considerándose un rebelde que tiene el culo verde, o un "hartista hurbano", pues ha rajado vilmente el asiento de la pobre moto... O igual el asiento está hecho con material de poca calidad y por torpes manos de obrero deslocalizado (pero indecentemente más barato para el despreciable empresario deslocalizador).

Con un notable coraje ante la adversidad, el heroico/a dueño/a de la moto se ha puesto manos a la obra y ha reparado el desaguisado, no con una fea -si bien eficaz- cinta de esas con las que se puede atar el morro de un caimán, sino con un colorido hule de los que se usan para resguardar nuestras preciosas mesas formicas de manchotes guarros. No me dirán que no queda bonico y con personalidad, y asequible.
 
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