Sunday, May 02, 2010

Cervezas por la paz


Uno de los escasos carteles de la causa que sobrevivieron a la férrea censura del emperador en tiempos de guerra (ver nota final para más detalles)

Vamos a recordar hoy en éste post a un gran hombre cuyo nombre y nobles intenciones quedaron olvidados bajo el fragor de los cañones, un gran hombre cuyos logros casi se perdieron en la tumultuosa historia del siglo XX.

Vamos a hablar hoy Otto Berfest, maestro cervecero tirolés.

Poco sabemos de su figura, oscurecida por los avatares de la historia, apenas unas líneas en los "Anales Austro-Hungaros" de Ludwig G. Verlhang, más unas breves anécdotas fragmentadas transmitidas oralmente de padres a hijos de los cuales es difícil separar los hechos de la leyenda, información suficiente, no obstante, para saber de su revolucionaria iniciativa.

Viajemos al caluroso verano de 1914. Cuando los imperios de Europa, por por quítame allà esos archiduques, se lanzan a masacrarse mutuamente y, cual Abraham no detenido por el fuerte brazo de un ser angélico, ofrecen en holocausto a sus jóvenes hijos. Mientras muchos inconscientes se alistan para ajustar viejas cuentas imaginarias contra sus vecinos de la frontera, Otto Berfest se pregunta si no sería mejor que la vieja Europa resolviera sus diferencias tomándose unas cañitas. Porque, pese a las diferentes variedades que producen las naciones del continente, multitud de europeos gustan de beber cerveza.

Berfest crea entonces una asociación llamada "cervezas por la paz" y empieza a predicar su causa pacifisto-birrera, recorriendo la geografía de los imperios Centrales taberna por taberna, con cierto éxito entre los parroquianos. Como os podeis imaginar, el Kaiser Franz Joseph y sus estamento militar no estaban nada entusiasmados ante esta iniciativa, y nuestro Gandhi del lúpulo es forzado a alistarse y es destinado a un batallón de castigo. A partir de ahí, poco sabemos de él. Está en nuestro conocimiento, gracias a la carta que una una tral Frau Muller escribió a una prima suya, que un recluta bohemio (al que Muller había servido de asistenta) coincidió con Berfest durante unos dias en un calabozo. Pese a su breve encuentro, el bohemio quedo profundamente impresionado por sus conversaciones con Berfest, y dedicaría el resto de su vida a honrar su memoria, mayormente poniéndose tibio de Pilsener un dia sí y al otro también.

El bohemio de marras, siguiendo las enseñanzas del maestro Berfest

Se considera bastante posible que muriera en el frente alpino en algún momento del invierno de 1917-18, aunque hay quien dice que Otto Berfest sobrevivió a la guerra y emigró a los Estados Unidos bajo una nueva identidad. Según una historia transmitida por la família del cabo Beppo Bottazzi, Berfest, durante su estancia en el frente, seguía fabricando una cerveza en las trincheras con un equipo primitivo pero altamente eficiente, y que, de tanto en tanto, Bersaglieri y Kaiserjäger tiroleses, sin conocerlo sus superiores, pactaban treguas puntuales en que las cervezas de Berfest se cambiaban por salami trentino. Corre la leyenda de que en alguna recóndita y helada cueva cerca de una cumbre alpina aún es posible encontrar algunas botellas que Otto Berfest dejó guardadas, y muchos excursionistas intentan cada año encontrar ese tesoro, con la excusa de que van a escalar una aguja o conquistar una cima.

Nota: De hecho el cartel es un poster húngaro de 1914 con la siguiente leyenda: "la cerveza del lúpulo de primavera ya ha llegado: El enemigo se rinde". la historia, como ya habreis supuesto, me la acabo de inventar... :p

6 comments:

David said...

Es una historia buenísima. Me estaba quedando alucinado porque como se han visto cosas más raras en este mundo... decía, esto tengo que comprobarlo (ja,ja).
Eres genial, Gloria.
Un saludo.

ANRO said...

¿Quien dice que esa historia es inventada?...hip¡...querrida Gloria, si yo conocí...hip¡ a este fulano cuando estuve en el Tirol...hip. Ambos nos marcamos una timba de birras...hip¡ y acabamos cantando Edelweiss hasta que a los vecinos se le inflaron las narices...hip,....y nos sacudieron una somanta de palos...hip...como comprenderás estoy muy sereno...hip¡

My buena tu historia, Gloria.
Un abrazote.

Gloria said...

David, la verdad es que fué ver el cartel en un libro y... nada, que la cosa salió sola ;P

vaya, antonio, así que la leyenda es cierta... ¡Jo, que envidia me das! (por lo de las cervezas, no por lo de la paliza) ;D

Juls said...

Cuántas cosas tenemos que agradecer a este señor, ¿qué seria de nuestras playas ibéricas sin un aleman con bigotón y con la piel al rojo bebiendo de una inmensa jarra de cerveza en la terraza del chiringuito de turno?
Yo os lo diré, muy sosas...

miquel zueras said...

Pues a mí me ha parecido una bonita historia y además he tragado hasta el final (soy muy ingenuo) Decido prepararme ahora mismo un Black Velvet (cava-cerveza negra) pues me han venido ganas de darle a la birra. Borgo.

Gloria said...

Juls, tiene más razón que un santo... El mundo es mucho mejor gracias a la cerveza.

Miquel... No soy de mezclar según que cosas, pero el Black Velvet suena interesante de probar...

 
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