Así que mi "extendido " horario de verano me lo permita (de 45 a 68 horas semanales en el tajo: ¿quien teme a las 65 horas feroces?), tengo plan de ponerme al día con hondonadas de temas pendientes en aqueste blog (por no hablar de los temas pendientes
en el otro : ufff!)
Mi ausencia-retiro semiconventual durante estos meses se debe a un asunto bloqueado y subsiguientemente desbloqueado. Digamos que tengo un proyecto en curso (varios artículos/entregas sobre un tema de mi interés publicados en una revista del extranjero de fuera) que me ocupará una parte de mi tiempo libre durante los próximos seis años. Hace poco finalicé la parte número 2, con cierto retraso: el problema era que entre el curro (no hablo de ningún Francisco), tres cursos de formación continua, los dos blogs, mis labores caseras y algún que otro pequeño vicio, pues entre tanta cosa no daba abasto, así que me concentré en lo básico, osease el trabajo y el artículo de este año, dejando de lado todo lo demás (como
Maria Dolores Pradera con todo lo que no fuera el Rosario de su madre). hace poco ya se ha dado el visto bueno a la última versión del artículo de este año revisado, editado y heroicamente pulido por el editor, que ha conseguido encajar el las páginas disponibles el texto, fotos y bibliografía (y hacer que mi inglés escrito parezca aceptable, ja, ja). Así entre nosotros, la cosa es más modesta de lo que suena (es una revista escolar de circulación limitada), pero, que puñetas, la ilusión que me hace.
El hecho es que mi trabajo en este artículo me ha puesto en contacto con los insondables misterios del "Kopirrai".
El "Kopirrai" es una cosa que considero perfectamente legítima, pero... ¡Ay! ¡Cuantos crímenes se cometen en su nombre!
Así a bote pronto me viene el típico caso de cuando me doy el gustirrinín de comprame un DVD de una película que me gusta (Me estoy refiriendo a una copia 100% legítima comprada con todas las de la ley en un establecimiento público que paga fielmente sus impuestos). Y yo me pregunto... porque rediantres tengo que tragarme el p*t*, digo, el pastelero anuncio-videoclip de "la piratería es un delito"? Repito, ¡¡ME HE COMPRADO UNA COPIA LEGAL!! ¡Que pasen el anuncio en los chiringos topmanteros, repuñefla! En fin, que sólo me pueda librar del latazo dedicándome a ausentarme (por ejemplo, plegando calcetines) hasta que el plasta-anuncio ha terminado (ya que no hay manera de "pasarlo" adelante). La cosa tiene su miga.
But I digress... , que dice Peter David
Volviendo a mis experiencias, digamos que para ilustrar el artículo tenía a mano una selección de fantabulosas fotos sobre mi bienamado tema de interés, de mi colección de afoticos originales, lobby-cards, posters y programas de mano de flims y pinículas (coleccionadas con sumo cariño a lo largo de tres décadas). He de decir que la revista es una publicación sin ánimo de lucro, y los artículos los hago por amor (pero que mucho amor ) al arte (todo sea por la causa, mes amis). Pero el hecho de que yo tenga una imagen de una película no quiere decir que la pueda utilizar en una publicación, así por mi bella jeta. De manera que (del mismo modo que hago con los textos citados) he dedicado una considerable canridad de tiempo y esfuerzo para a) localizar los poseedores presentes del "Kopirrai" y b) ponerme en contacto con ellos para pedir permiso para utilizar las fotos (repito, en publicación académica sin ánimo de lucro, etc...).
Bueno, en la mayoría de los casos, las corporaciones que poseían los derechos no tenían ni pajolera idea de que esas vetustas afoticos les pertenecieran en modo alguno, así que en estos casos se han limitado a dar su permiso siempre que les mencionara a pie de foto su "Kopirrai". No problemo, aquí yo puedo publicar sus fermosas imágenes y ellos obtienen un poquín de propaganda.
Quid Pro Quo y tdo eso que dicen.
Pero hete aquí tenía cuatro interesantes, e incluso quasi-inéditas imágenes, que tenían en el dorso un antiguo sello de una agencia fotográfica. Como pensaba que la tal agencia ya ni existiría (hay fotos que tienen la friolera de 70 años), mi primera idea era, como en los otros casos, dirigirme a las productoras/distribuidoras en la actual de tales películas... Pues no, hago un "busca" con el nombre de la agencia y resulta que encuentro una dirección web, con la misma dirección que aparece en el sello. Y me digo a mí,
"pues a estos tendré que preguntar y pedir permiso", y yo voy y les escribo.
Y bueno La cagaste, Elsa "Lanchaster"... ¡Quién me mandaría a mí!
Primera respuesta: que quien soy yo, y cómo han ido a parar a mis manos esas fotos. Por lo visto, en tanto que agencia de prensa, esas fotos sólo se prestan de manera temporal y luego vuelven al archivo. Se infiere por ello que quien me vendió las fotos cometió una flagrante ilegalidad al no devolverlas.
Como yo soy una ciudadana honrada, respetuosa de la ley y fiel contribuyente, les doy la información que me piden, les envio escanners en baja resolución de la cara y dorso. Lo único que no puedo darles es los datos del vendedor... en treinta años, a saber en que caja (y en que casa!) deben parar las facturas: sólo les puedo aventurar el periodo aproximado de compra y que muy probablemente es por eBay, ya que sé que las compré por internet, y sé desde cuando estoy conectada y más o menos cuando empecé a comprar fotos antiguas por la
interné. Por supuesto, les vuelvo a comentar que serían para una revista escolar sin ánimo de lucro, etc
Segunda respuesta: "Pues que raro, que raro, deberíamos tener esas fotos en nuestros archivos" y
"El dominio de tu dirección de correo es extranjero y no podemos saber gran cosa de sus intenciones y/o finalidades"... con lo cual infiero que a priori, tratan al dominio en el que tengo domiciliado my correo electrónico de pirata y con finalidades oscuras, y a mí, de nuevo, de poseer material obtenido ilegalmente. Les vuelvo a explicar todo lo que recuerdo de mi obtención de las fotos, les doy exhaustivos detalles de la publicación para la que escribo el artículo, y mi dirección, para que vean que soy una persona real y no una criminal con oscuras intenciones.
Tercera respuesta: Bueno, pues resulta que llevan un tiempo digitalizando su archivo, y que, ¡vaya! justo se han acordado y han comprobado que los originales de tales fotos, una vez escaneados, fueron vendidos a una firma comercial dedicada a la venta online de objetos coleccionables diversos (a estas alturas, he localizado una de las facturas, y sí, su comprador y mi vendedor son ciertamente la misma entidad). Me comentan que si quiero usar las fotos, tendré que pagar por utilizarlas, sólo que me ahorraré el costo del escánner y/o copia de papel, ya que ya tengo la foto original. Que generosidad, hay que ver.
En resumen, resulta que yo voy, muy respetuosamente, a pedir información sobre la utilización de unas fotos, y durante esas semanas en las que ha durado nuestra relación electrónico-epistolar me han hecho sentir como la peor quincorra del barrio... ¿No habría sido mejor que me dijeran, de buenas a primeras, que sí quería utilizar esas fotos tenía que pagarles una suma en tanto que agencia poseedora de los derechos? A partir de ahí, yo, en función de mis recursos económicos, (o , ay, la falta de ellos) decido poner de mi bolsillo (no voy a obligar a la revista a hacerlo) para poder publicar esas fotos, o declinar la opción de utilizarlas (decisión final, ya me gustaría tener
prou parné para hacerlo).
Entendámonos, que por supuestísimo que la agencia está en su perfecto derecho a pedir una remuneración en tanto que ellos manejan su "Kopirrai" (aunque es discutible si los poseedores de los derechos de las películas también sean posedores del Kopirrai", en igual o mayor medida que ellos), lo que no me parece de recibo es montarme el pollo por poseer unas fotos de las que ellos mismos se habían desembarazado: Alguien con malas intenciones ni les habría preguntado, que coño.